Palideces de la vida cotidiana.

Es viernes el alma revienta en un deseo extraño de correr, correr esos autos en los cuales dejo mi peculiar ser, mi infinita cualidad por amar los extraños mundos de las carreteras libres, es algo peculiar en mi.

Son las 8 de la noche, Victoria aun no sale de su clase de etimologías griegas en la facultad de letras de la UNAM, me ha dicho que a las nueve este afuera de su aula, que los policías me dejaran entrar como todas las veces en las que la he visto.
Ella solo tiene un coche, uno que le ha regalado su papa, su hermoso padre, al cual le tengo un aprecio infinito, desde que supe que él me quería como dueño y parte de la vida de su hija victoria.

Victoria tiene un BMW de los nuevos, serie uno para ser exactos, ese que es sedan y en el que me encanta andar, yo no tengo auto, solo un amor inequívoco por la linda Victoria.
Los viernes escuchamos jazz, de ese que abunda por la red, ese que descargo y traigo en mi aipod, le encanta escucharlo y acurrucarse en mi pecho mientras le digo que me hace sentir especial en esos viernes en los que las noches son solo para nosotros dos.

Victoria tiene 24 años, estudia filosofía y letras, y ella ama mi extraña manera de escribir relatos fantasiosos como este.
Yo solo tengo 21, yo solo soy para ella y me pregunta que por que solo estoy para ella, en verdad creo que no se da cuenta por completo.

Su auto corre a una velocidad incrédula, y mi sangre corre tan rápido como cuando voy a 200 en la carretera del sol, con la sola propuesta que quiero estar a solas en el mirador, contemplando sus encantos.

Ella es dulce, me dice cariñito, y me hace sentir muy raro, la amo y creo que quisiera casarme con ella, así es como su padre lo desea para ella.
Su padre es médico, colega de mi padre medico al igual. Conocí a su hija Victoria al salir de un restaurante mientras que yo estaba con mi padre en el mismo, cuando la vi sus ojos delicados incitaron a mi fiera interior a descubrir ese algo más que ella tenía.
Su padre ha sido alumno del mío en la facultad de medicina en la Unam, y me cuenta episodios vividos dentro de esta misma.
A veces creo que por mi padre ahora soy afortunado.
La madre de Victoria es una señora recatada y atenta, a mi me encanta hacerle la barba y darme cuenta hasta dónde puedo llegar por esta chica que ha sido sensacional.
Vestimos a la moda, y comemos helados en donde los encontremos, tiene un sentido del humor hermoso y no trata nunca con ningún chico que no sea yo, dice que soy celosito pero que trata de demostrarme todo su amor estando conmigo, en un amor ciego.

Hace mucho tiempo, cuando aun no era ella nada para mi, solo mi amiga consumía drogas conmigo, argumentando que tenía que escribir y al fumar hierba ella podía hacerlo mejor, eso se acabo cuando comenzamos a ser novios, algo mas paso ahí, algo había dentro de nuestro circulo.

Vive en una zona lujosa al sur del df, tiene dos perros chihuahua, uno se llama caramelo y otro chocolate, sus colores lo denotan, los odio ladran al verme, pero son cariñosos.

En muchas ocasiones Victoria duerme en mi cama y me acurruca a su lado y siento esa protección que tanto necesito, más que nada siento ese amor del que había carecido.
Victoria es algo sumamente lejano a lo que yo creí encontrar en una mujer de casi mi edad.

Es educada y hace de comer delicioso, su especialidad el arroz, blanco o rojo, con rajas poblanas o también paella, es algo que me vuelve loco y me hace sentir especial, tal como si fuera el único en su mundo.
Besa en una manera exquisita y le agrada estar en muchos momentos conmigo, dice que no quiere dejarme nunca, que ella seria la perfecta mujer para mí, sabe comprender cuando estoy triste o cuando las cosas andan mal por mi casa.

Mis padres la adoran, mis padres me dicen que es la oportunidad para casarme, para encontrar eso que jamás había yo visto.

Siempre trata de hacerme feliz, sabe que he tenido momentos difíciles y en ocasiones cosas horribles que he pasado.
Ella es Victoria la chica que ha arrebatado el mundo como un manojo de rosas.

Hasta ahora, sigo esperándola aquí afuera de su salón, fumando un cigarrillo, esperando los 15 minutos que faltan para verla de nuevo, para saborear sus labios de miel que me regala.

Victoria, en donde estés, aquí te esperare.

Recortado de la serie Frank Mont Blanc: Una idea que encontrar