La chica del pasillo del supermercado.

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De lejos la vi, contorneando su cabellera mientras andaba sin molestia y con gran soltura. La observe con gran atención y su mirada toco la mía, en mis manos tenia un helado de cereza.

Nuestras miradas perdieron sus caminos cruzados, me quede abrupto en el camino del hallazgo, no había contemplado en ningún par de vidriosos ojos lo que había notado en los de ella, fue algo mágico que inundo mi corazón, como la sed del naufrago en el mar del desierto al ver su espejismo acerca del  agua.
En tu mirada encontré esa sed que deseo calmar y arrullar, esa practicidad para solventar las ideas que aun no tengo al planear que haré contigo mientras estés en mis brazos y yo con mis ojos este contemplando los tuyos.

Amada inexistente, por que es que te has metido en mi mente ??? por que te has metido en el cumulo de poemas que tengo guardados en mi biblioteca mental, y has abierto la caja de pandora que ahora ha estallado, que ahora me hace escribir y escribir, y hacer que todos los escritos se vayan volando, por esa delicadeza con la que cuentas, con la que contorneas tus caderas y tu cabello al unisono del aire mudo del centro comercial.

Es que con toda esta inspiración aun no se me olvida tu cara con aspecto libanes, con esa boca fina de la cual es mas preciso enamorarse y decir cosas bobas acerca del amor y sus dolencias.

Te observe, te tome la medida de todo tu cuerpo, para hacerte un vestido, para observarte llevar una capa ligera de maquillaje y labial y un vestido obscuro que estrenaras cuando la primera cita mental nos aceche. Cuando el placer tenga de conocerte en delirios causados por sueños.

Eres tan perfecta, eres la belleza suprema del amor concebido, de esas lindas mujeres que cuando las notas alguien mas sabe que brillara. Brillantez que no se puede enmudecer.

No hice nada por detenerte, por pedir tu numero, por abrazar tu cuerpo, solo te mire por ultima vez desde la caja registradora y redacte mentalmente  algunos versos tontos. Para después guardarte en mi mente y llegar a casa a redactar algo de lo cual solo eres mi alimento, alimento mental que hace mover todos mis sentimientos para después darles color y énfasis, para que tu recuerdo muera y solo te deje plasmada en un pequeño texto como este.

Recortado de la serie: Frank Mont Blanc y la chica del supermercado.